lunes, 17 de noviembre de 2008

COMPARTIR o AYUDAR, "una diferencia substancial"

Durante mucho tiempo y propiciado por el orden establecido, han prevalecido las funciones sociales claramente diferenciadas por sexos, asignando mayoritariamente las labores especificas del hogar al femenino y las que se realizan fuera del mismo al masculino, modelo defendido y atacado por los diversos sectores y grupos de pensamiento dependiendo del modelo de sociedad que consideran idóneo y donde afloran argumentos difíciles de neutralizar por la consistencia de los mismos.
Sin atreverme a dogmatizar sobre este modelo, quiero centrar mi comentario únicamente en el convencimiento de que la palabra “compartir” asociada al concepto “participar en algo” asumida mayoritariamente, puede ayudar a recorrer el camino de la igualdad justa, comenzando en la célula primaria de la sociedad, que es la familia.
En la actualidad y empujados por el consumismo, se ha propiciado una mezcolanza de las tareas asignadas a cada sexo, consiguiendo un mayor reparto de los trabajos del hogar y fuera de él, donde el sexo femenino ha sabido adaptarse al trabajo externo, situándose en cotas como mínimo iguales a las del sexo masculino, aunque no siempre reconocidas, y donde el sexo masculino todavía mantiene el concepto de que el hogar es cosa del sexo femenino y, en el mejor de los casos, se le “ayuda”.
Ayudar, presupone intrínsecamente, dejación de responsabilidad, ya que ésta recae en el ayudado y la disponibilidad está limitada a la voluntariedad del que ayuda.
Es cierto que la sociedad patriarcal que nos ha dominado, ha contribuido mucho a la incrustación de este concepto en nuestro ámbito social, pero no es menos cierto que cuando una sociedad alcanza la mayoría de edad, los individuos que la componen también deben alcanzarla y no pueden defender excusas corporativistas e interesadas para evitar el cambio buscando el beneficio particular.
Las sociedades cambian y evolucionan cuando lo hacen los conceptos que las sustentan. Los conceptos cambian cuando lo propician los individuos que quieren evolucionar sin complejos. En el hogar no se ayuda en nada, en el hogar se comparte todo porque lo contrario es retroceder en la propia evolución de la sociedad, aunque esto represente despojarse del rígido machismo retrogrado.
Desterremos el verbo “ayudar” en el ámbito del hogar y asumamos el verbo “compartir” como símbolo de inteligencia tolerante.